Por Eugenio Amézquita Velasco
Sin embargo, a la pregunta clásica -que en bares, cantinas, puestos de tacos, vehículos de transporte urbano, taxis y "ubers"- de "¿Por quién vas a votar? esta columna revira y se hace otra pregunta: ¿Por quién no debemos a votar?
No me quiebro la cabeza. En un pueblo como el de Celaya, las sanas enseñanzas transmitidas desde la familia y la casa, muchas de ellas basadas en esa religiosidad, que nos es tan propia, nos dicen que si uno no encuentra un partido político o candidato que concuerde con los principios religiosos y morales recibidos, se debe votar en base a un sano juicio y en conciencia, es decir, votar por el menos malo.
Cuando uno opina desde esa moral y conciencia cristianas, también recuerda que uno es un miserable pecador, pero que reconocemos lo que es bueno y lo que debe ser; y tampoco falta el que se las da de "librepensador" y que lo denosta a uno empleando los calificativos de "fanático", "santurrón", "besatarimas", "mocho", "santurrón", "beato", "rata de sacristía", "mojigato", "siguecuras", "santucho", "clerigalla", "acólito", "hijo de María", "cofrade", "vistesantos", "velabendita", "terciario", "componealtares", "monaguillo", "sacristán", "besacorreas", "campanero", santulón", "persinado", "hincamisas", etc. A mi, "lo que el aire a Juárez". (
https://www.infobae.com/america/mexico/2022/01/16/de-donde-salio-la-frase-me-hace-lo-que-el-viento-a-juarez/ )
Ya desde el tiempo del Imperio Romano, el temor a los cristianos católicos ha sido significativo, al grado de ser arrojados al Circo Romano para ser devorados por las fieras, en algo considerado un espectáculo, a fin de callar la fuerza contraria que le estaba representando al emperador en turno; ese grupo que directa o indirectamente señalaba vicios y corrupciones, como las de Calígula, el demente emperador romano, que, según el historiador Suetonio, quiso nombrar cónsul a su caballo
Incitatus (
https://www.infobae.com/historia/2024/01/24/caligula-el-emperador-loco-paranoico-y-depravado-que-termino-asesinado-por-su-guardia-pretoriana/ ).
Actualmente, en México sucede lo mismo, con la diferencia de que, a falta de caballos, usan burros.
Ejemplo clarísimo de esta persecución, la tenemos en Ignacio de Antioquía, obispo y santo, martirizado por órdenes del emperador Trajano. Fue discípulo directo de san Pablo y de san Juan. Fue el segundo sucesor de san Pedro en el gobierno de la Iglesia de Antioquía. Ignacio afirmó que la doctrina y constitución de la Iglesia católica viene de Jesucristo por medio de los apóstoles, incluyendo la jerarquía de Pedro, los obispos y su obediencia a ella, la Eucaristía, así como la virginidad de María. Fue condenado a morir por las fieras en Roma. (
https://es.wikipedia.org/wiki/Ignacio_de_Antioqu%C3%ADa )
Pero sigue la pregunta en el aire: ¿Por quién no debemos votar?
Si partimos del hecho que la democracia no se sustenta sin la verdad y que la verdad y libertad, o bien van juntas o juntas perecen miserablemente, como lo señaló el polaco Karol Wojtyla, quien supo lo que era sufrir bajo una dictadura de izquierda, el cristianismo da algunas pautas de cómo votar y diremos:
No debemos votar por un candidato o un partido -esté o no en el poder- que a todas luces nos ha estado mintiendo.
No debemos votar por un partido -esté o no en el poder- que le está apostando a la violencia para intimidar al electorado y buscar que quien gane al final sea el abstencionismo -para de estas manera colarse con una minoría- y no por la participación de todos.
No debemos votar por un candidato que vaya en contra de nuestras convicciones morales y religiosas.
No debemos votar por un candidato o un partido político que detectemos que nos mienten. Que nos diga que "en política todo se vale" o que con documentos falsificados aparente lo que no es. Votar por alguien así es fomentar el cinismo y el deterioro social.
No debemos votar por un partido o candidato que esté en contra del respeto absoluto que se debe a la vida humana desde la concepción hasta su desenlace natural, como serían los que propician la eutanasia o la manipulación de los embriones.
No debemos votar por un partido o por un candidato que no respete la dignidad de las personas humanas como serían los que defienden o promueven la prostitución, el homosexualismo o lesbianismo, los anticonceptivos físicos o químicos, la pornografía especialmente la infantil, la clonación humana, el uso o tráfico de drogas, la venta indiscriminada de alcohol, el machismo, la discriminación étnica y racial.
No debemos votar por un partido o por un candidato que no respete el derecho primario de todo hombre o mujer a practicar, en privado o en público, individualmente o en grupo, sus creencias religiosas; o que obstaculice de cualquier enseñanza de la religión, prohíba manifestaciones públicas de fe o se oponga a la instalación de los lugares para el culto que pida la comunidad.
No debemos votar por un partido o por un candidato que se oponga a niegue al derecho inalienable de los padres de familia a escoger el tipo de educación que, de acuerdo a sus convicciones, quieran para sus hijos.
No debemos votar por un partido o por un candidato, que ya estando en el poder no nos garanticen con certeza moral, que utilizará honestamente los dineros y bienes públicos; que no nos garantice que va a cumplir con lo que promete, que no nos garantice que buscará el bien común y no el provecho propio, el de sus hijos, parientes y colaboradores.
No debemos votar por un partido o un candidato que no se comprometa a promover la dignidad de la familia fundada sobre el matrimonio monogámico entre personas del sexo opuesto; que no se comprometa realmente a combatir la violencia, la drogadicción, la injusticia institucionalizada, la corrupción pública y que no haga propuestas creíbles en favor de los más necesitadas
No debemos votar por candidatos o partidos que hagan de Dios un pelele y por peleles que se sienten dios.
No debemos votar por aquellos candidatos y partidos, que de llegar a gobernantes, favorezcan los "ajustes de cuentas", las muertes políticas y sobre todo, matar las esperanzas de los más débiles con políticas económicas equivocadas o acumulando riquezas injustas.
No debemos votar por aquel candidato o partido, que llegando a gobernante, tome o retenga injustamente los bienes ajenos o los dineros públicos para el bien personal.
No debemos votar por aquel candidato o partido político, que llegando a gobernante busca serlo para enriquecerse y no servir.
Lo que sí sé, desde que empecé a ejercer mis derechos ciudadanos, es que la democracia no se agota en el proceso electoral. Tengo que colaborar con mi país emitiendo mi voto de manera libre y no bajo un ambiente de amenaza, terror o violencia; debe ser secreto, personal e informado. El abstencionismo es un grave pecado contra el país, contra mis conciudadanos, contra el pueblo.
No debo dejarme manipular. Es un pecado grave contra el país -y contra Dios, si usted y yo somos cristianos- comprar o vender votos y colaborar de cualquier manera para generar un fraude electoral.
Debe emitirse el voto en base al bien común, en base al beneficio de todos y no de intereses personales o de partido.
Es importante que sepamos que debemos brindar, a las instituciones ciudadanas que participan y cuidan de los procesos democráticos, respeto y apoyo. La democracia es un bien que todos debemos proteger.
Estos principios son válidos. Si alguien siente que llevan dedicatoria, mil disculpas, pero es señal de que se equivocó del camino que deseamos para nuestro país y que debe analizar sus propios principios morales.
Los Derechos Humanos Universales nos dan a todos los ciudadanos la posibilidad de defender lo civil y lo religioso.
Ha sido claro el interés de ciertos grupos en el poder de querer apartar a los católicos de la vida política para poder manifestarnos coherentemente con nuestra fe, como mayoría que somos en esta nación. Quien actúa contra quienes pensamos así, no deja de evidenciar la intolerancia y discriminación religiosa, violatoria a los derechos humanos.
Le comparto, amable, un video publicado en la fanpage Facebook de Metro News el 18 de junio de 2021, que contiene una entrevista exclusiva concedida por el Cardenal Alberto Suárez Inda, de origen celayense, a un servidor:
Está en juego el futuro de nuestro país, de nuestro municipio, de nuestro estado. Decidamos: ¿Queremos regresar a la democracia que teníamos, con todos sus defectos? o ¿Darle el paso a una dictadura, de la cual ya estamos viendo sus primeros signos y síntomas? De nosotros depende. Salgamos a votar.