Redacción
Nació el 12 de octubre de 1891, hija de una familia numerosa. Sus padres poseían un próspero negocio de maderas. Si se ve la foto de la madre, se nota que su hija pequeña, Edith, se le parecía. Las dos tenían en común rasgos que denotan una acusada personalidad, un corte de cara poco común, y una fisonomía que confiere al rostro sabiduría y firmeza, adquiridas a través de la experiencia de la vida y el sufrimiento.
Edith Stein escribe de sí misma: "Desde mis 13 a mis 21 fui atea, porque no podía creer en la existencia de Dios". El camino de esta joven atea conduce de Breslau a la Universidad de Gotinga, donde comenzó sus estudios después de haber aprobado el bachillerato. En 1915 se inscribió como voluntaria en la Cruz Roja, y trabajó en un lazareto de guerra.
En 1916 realizó su doctorado y fue asistente del catedrático de filosofía Husserl en Friburgo. El año siguiente, de un modo inesperado, tuvo lugar la irrupción de la gracia en su vida. El catedrático universitario Reinach, que ella veneraba mucho, cayó en el frente. La reacción de la esposa del catedrático, aceptando valientemente esta pérdida por su verdadera fe cristiana, conmovió profundamente el alma de la joven estudiante. Este hecho se le presentó el “fenómeno” cristianismo, el “fenómeno” Iglesia católica. En el verano de 1921 tuvo lugar un segundo suceso, que podemos considerar como la hora de Dios en su vida: la visita a una amiga católica Hedwig Conrad-Martius
Existen ya muchos estudios sobre Edith Stein, empezando por la primera biografía de la hermana Teresa del Espíritu Santo, hasta la narración de su hermana en Cristo, novicia como ella en el Carmelo de Colonia, la hermana María Bautista del Espíritu Santo. No intentaremos aquí descubrir el misterio de cómo una persona puede encontrar el camino del judaísmo al cristianismo. Mucho menos podemos pretender esclarecer el misterio del encuentro con Dios en la vida de Edith Stein. Sólo intentaremos descubrir sus huellas.
La visita realizada a Hedwig Conrad-Martius tiene este significado. Antes de retirarse a dormir, Edith toma un libro de la biblioteca y comienza a leer. Era La vida de Santa Teresa de Ávila. Edith cuenta: "Cuando a la mañana siguiente cerré el libro, me dije a mí misma: ¡esto es la verdad! Había encontrado a Dios": La frase de Santa Teresa “sólo Dios basta” había irrumpido en su vida. Dios existía y ello la había encontrado.
Su bautismo tuvo lugar el día de Año Nuevo de 1922. Después la encontramos en Speyer, en el convento de las dominicas. En 1932 es nombrada profesora del Instituto de Pedagogía de Münster. En 1933 se le prohibe enseñar por disposición del nuevo régimen nazi; el mismo año ingresa en el Carmelo de Colonia. Edith escribe: "La actividad humana no nos salvará, sino sólo la Pasión de Cristo. Participar en ella es mi mayor deseo": Su nombre de religiosa, Teresa Benedicto de la Cruz, es nombre, programa y misión al mismo tiempo.
En el año de 1938 la hermana Benedicto marchó a Holanda al Carmelo de Echt. El 2 de agosto de 1942, a las cinco de la tarde, estaban las hermanas reunidas en el coro. En la portería llamaron dos agentes de la SS (policía nazi). Todavía aquella mañana había escrito en su gran obra la ciencia de la Cruz. Se trataba ahora de demostrar con la vida lo que había meditado y escrito. Su amiga Hedwig escribe: "Edith era esa imperturbabilidad que se encontraba en la última posición de su obra y su sufrimiento, esa valentía inquebrantable, esa fijeza de dirigirse a un único último fin":
Los oficiales de la SS gritaron a la hermana Benedicto, que se encontraba tras las rejas de la sala de visitas del convento: "¡Salga inmediatamente de ahí volando!". Ella contestó serenamente: "Hagan ustedes lo mismo y muéstrenme así como se hace". Por los demás, es conocido el camino de sufrimiento por el que cruzó el campamento de Amersfort hasta el de Westerbok, donde llegó el 2 ó 3 de agosto.
Todos los que ahí conocieron a Edith, fueron conscientes de la paz sobrenatural, la tranquilidad interior y la entrega a Dios que la animaban y que ella irradiaba. Unos minutos antes de ser transportada, un hombre de confianza le ofreció transmitir un mensaje al cardenal Jong para interceder por ella y sus compañeras. La hermana Benedicto sonrió y dijo: "No, por favor, no lo haga. ¿Por qué intentar una excepción para mí y mi grupo? Precisamente es de justicia que no queramos sacar provecho de nuestro bautismo. Si no puedo compartir la suerte de los demás judíos, mi vida quedaría aislada, pero ahora debo ser solidaria"
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En el campo de Westerbok nadie imaginaba que el propio cardenal Jong ya había mandado, la mañana del 2 de agosto, un telegrama al cuartel del gobernador nazi, al cual no se había dado respuesta alguna.
Sabemos hoy que Edith Stein se dirigió al carro que debía transportarla junto con otros 1,200 prisioneros a Auschwitz, acompañada de su hermana Rosa. Sólo ha quedado un testigo presencial que pueda informar sobre las últimas horas de las víctimas del transporte del 7 de agosto de 1942, el mercader judío Jesaja Veffer, de Ámsterdam, quien se encontraba en Auschwitz el 9 de agosto y fue el único superviviente del transporte.
El 19 de mayo y el 1º de junio de 1964 fue interrogado por la policía de los Países Bajos en Ámsterdam, y explicó que había que suponer que las mujeres vestidas con hábitos religiosos fueron asesinadas en las cámaras de gas, de la misma manera que todas las demás mujeres y niños. Por otra parte, los hombres más robustos se les seleccionaban a la llegada del transporte y no se les mataba. Entre ellos se encontraba él, Veffer.
Fue beatificada el 2 de mayo de 1987 en Colonia (Alemania, por el Papa Juan Pablo II. El Papa Juan Pablo II canonizó a la judía, filósofa, monja, mártir y beata, Teresa Benedicta de la Cruz de la Orden del Carmelo, el 11 de octubre de 1998 en la Basílica de San Pedro en Roma. Fue también este Papa quien la declaró co-patrona de Europa el 1 de octubre de 1999, en el marco de la apertura del Sínodo de Europa.