Redacción
Como suele suceder con los mártires antiguos, de Santa Bibiana tenemos referencias claras de sus reliquias y enterramiento, lo que proporcionó la necesidad de darle una “biografía”.
Bibiana aparece por primera vez en la historia en el “Liber Pontificialis” (libro que también hay que mirar con ojo cauteloso), que dice que cerca del palacio Liciniano, el papa San Simplicio (2 y 10 de marzo) dedicó una basílica dedicada a Bibiana, en la cual reposan sus reliquias ("iuxta Licinianum ubi corpus eius requiescit"), junto a la de su hermana, Santa Demetria, y su madre, Santa Dafrosa.
La tradición dice que fue la viuda Olimpia, quien en el siglo IV levantó la primera conmemoración o altar a estas tres mártires, en este mismo sitio. La basílica de Simplicio probaría que a finales del siglo V el culto a Bibiana sería el suficiente como para dedicarle su iglesia.
Luego de avatares históricos, la iglesia existe aún, aunque reformada según la necesidad y estilo artístico de cada momento. En el siglo XVIII se comenzó a hacer una serie de excavaciones por parte de Bernini. Bajo el altar se descubrieron las reliquias, olvidadas, dentro de dos vasos de vidrio, perfectamente identificadas.
La excavación continuó, y se hallaron dos sarcófagos con sus esqueletos, cubiertos de cal, identificados como Demetria y Dafrosa. Podría pensarse en una traslación a aquel sitio, pero además del hecho de la cal (cuando se emplea en traslaciones, se usa antes, para descomponer el cuerpo y trasladar los huesos, no después de trasladados), está la evidencia que Bibiana sí habría sido trasladada a los vasos de vidrio. ¿Por qué no hacerlo con las otras dos, si se hubieran traído de fuera?
Y por si fuera poco, el espacio en que estaban, había sido acondicionado para tres sarcófagos, de los que faltaba uno: el de Bibiana. O sea, que el sitio había sido acondicionado para tres, no para dos sarcófagos trasladados. La conclusión, luego de reflexionar y ver la posición de los ataúdes y la losa, fue que los dos sarcófagos hallados nunca se habían movido de allí, sino que solamente se habrían extraído de un tercer ataúd las reliquias de Bibiana. Al hallarlos en el XVIII sí que fueron trasladados y actualmente las reliquias de las tres se hallan juntas bajo el altar. También puede verse una columna roja, donde según la tradición, Bibiana habría sido flagelada.
El culto a Santa Bibiana tuvo sus altibajos, pues decayó durante siglos, para resurgir en la Edad Media, como patrona contra la epilepsia, la locura, los dolores de cabeza y males nerviosos en general. Con el tiempo volvió a hacerse casi desconocida, en la liturgia y en el arte. El papa San León III (12 de junio) trasladó los restos de los Santos Beatriz, Simplicio y Faustino (29 y 30, traslación; de julio) para fomentar la devoción a los mártires, junto a Bibiana.