Vicente Ruiz/Eugenio Amézquita Velasco/Metro News 

Ahora las colocaron en el Museo de Arte Octavio Ocampo, señalamientos viales y escuela Tresguerras

En lo que ya parece hacer una costumbre de años, más que una tradición, muchos participantes de la Procesión del Silencio, realizada este viernes por la noche, dejaron abandonadas sus cruces sobre la calle Álvaro Obregón, entre Carmen y Tresguerras.

Anteriormente, esta se dejaban exclusivamente en las verjas perimetrales de la iglesia, lo que fue prohibido, pero ahora amanecieron atadas algunas en las rejas de uno de los ventanales del museo.

Muy pocas en las verjas carmelitas y otras más recargadas en la escuela primaria Tresguerras e incluso atadas a los señalamientos viales frente al plantel, en la acera de enfrente. 

En una visita de este medio, se contabilizaron cuando menos unas 15 cruces de diferentes dimensiones, abandonadas.

¿Signo de salvación o adorno?

Al realizar un análisis sobre el tema de dejar las cruces en la vía pública, se llega a dos vertientes: Una religiosa y otra civil.

En la primera, en la religiosa, se haría una recomendación a quienes coordinan la Procesión del Silencio: Recordar y reflexionar que dicha procesión es un acto devocional, de acompañamiento a la Virgen María, en su advocación de la Soledad, a la sepultura de su Hijo, Jesucristo, y al regreso de ese hecho funerario. Se trata del cortejo fúnebre de Jesús.

Es importante recordar que la liturgia de la Iglesia Católica establece como único acto de culto en el Viernes Santo, lo que el rito católico llama la "Adoración de la Santa Cruz", el signo de la salvación que pasó de ser un instrumento de tortura a un instrumento de salvación, que quedé impregnado de la sangre de Cristo. Por eso se adora a la cruz, no por la madera de que está hecha, sino que el mismo Cristo, con su sangre, se quedó impregnado en ella. Ver la cruz, es ver a Cristo. De ese nivel, de ese grado y tamaño la importancia de la Santa Cruz para el cristiano.

De manera indebida, muchos cristianos ven a la cruz, como un dije, un adorno, una joya que se cuelga en el cuello o en la muñeca de la mano, un amuleto, cuando este signo de salvación no es eso.

Queda claro que no existe mala fe de los cofrades participantes en la Procesión. Y para eso, el comité organizador debe orientarlos, darles la formación necesaria para el cuidado y respeto que se le debe dar al signo de la cruz -y todos los que son empleados, observados y mostrados durante la Procesión- y explicarles que de la misma manera como los cofrades trajeron la cruz en una camioneta o quizá hasta cargando desde su domicilio hasta el lugar, de la misma manera, al finalizar, este preciado signo debe ser regresado a lugar de origen.

En el sencillo de los casos, darles el espacio que necesitan para dejarla en el atrio del templo del Carmen o de alguno de los templos cercanos, con el permiso debido de la autoridad eclesiástica o el administrador de la Asociación Religiosa de cada templo y con el compromiso de regresar por la cruz de manera inmediata al día siguiente.

Dejar la cruz en la vía pública, rebaja al signo de la salvación de la humanidad al de una bicicleta que puede ser amarrada a un poste para que no se la roben, cuando el valor de la Santa Cruz, lo que representa, es mucho más alto. No apoyarles en ello, genera estas situaciones que no ayudan en mucho al respeto de los signos cristianos. 

En el segundo aspecto, en lo civil,  para quien no se confiesa como cristiano, estas cruces son vistas como un simple objeto de madera que invade la vía pública.

Dignifiquemos a la Santa Cruz. Démosle el justo sentido que en el Viernes Santo se le da, al grado de que -como ya se expuso- la liturgia le dedica ese día a la Adoración de la Santa Cruz. Busquemos la manera de no dejar la cruz en la calle, tu cruz, y de la misma manera que llego ese día, se regrese a casa.

No expongamos al signo de nuestra salvación a que le falten al respeto o que manos antirreligiosas puedan hacer de ellas mofa o burla. Carguemos nuestras cruces. Que se vea, desde el ángulo e interpretación que se le quiera dar, el sentido literal y el sentido espiritual de las palabras del Salvador del Mundo, Jesucristo, quien dijo: "El que quiera venir conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga".

En Resumen

Cofrades participantes en la Procesión del Silencio, abandonaron sus cruces en la vía pública, atándolas o recargándolas en el Museo Octavio Ocampo, afuera de la iglesia del Carmen, escuela Tres guerras y señalamientos viales de la calle Álvaro Obregón. /FOTOS: Vicente Ruiz