Por Redacción
Estamos indignados. Ángel Galindo, joven compañero periodista, fue agredido de manera salvaje, cobarde y prepotente por 4 agentes de la Policía Municipal de Celaya sin un motivo claro. No debemos quedarnos callados. Somos periodistas. Tenemos en alta estima a este joven periodista celayense.
Varios fuimos compañeros de trabajo de él y conocimos a su papá, quien también fuera nuestro compañero periodista en los años ochentas y noventas en dos empresas.
Es un auténtico profesional y en los años que tenemos de experiencia en la vida periodística en empresas serias, nacionales e internacionales, tenemos que reconocer la calidad de Angelito, como cariñosamente lo llamamos. Es entregado a lo suyo a pesar de las carencias que él y muchos de nuestros compañeros de los medios tenemos que enfrentar para salir a buscar la noticia.
Y hemos de aclarar, que Angelito no es una persona que le guste andarse metiendo en problemas. Es gente pacífica, entregado a este hermoso oficio. Cubre sus notas con profesionalismo, buen compañero y un buen amigo. Estaba acompañado por una chica en el momento de los hechos y a quien también la detuvieron sin claro motivo.
Tras investigar al detalle lo que pasó, nos queda queda claro que los agentes que lo detuvieron en "las inmediaciones del Parque Lineal", sin motivo justificado, fueron los que provocaron el incidente. Todavía, tras preguntarle estos al agredido a qué se dedicaba, este les aclaro que era periodista y se identificó. Y se lo llevaron esposado y en la caja trasera de la unidad policiaca
Es decir, los agresores supieron que a quien golpearon, patearon, torturaron y casi matan, era un periodista. Le aplicaron las viejas técnicas empleadas en las más ocultas mazmorras policiacas cuando le querían sacar la verdad a alguien.
Lo que nos parece interesante es que lo llevan a los separos policiacos -donde le ponen una segunda dosis de golpes- y el médico que lo examino ni siquiera dejo por escrito su diagnóstico y el estado que presentaba el supuesto "delincuente" en ese momento; tras ser inquirido por el galeno -quien le pregunto al afectado qué le había pasado y por que venía golpeado- Angelito le respondió que las lesiones que presentaba eran consecuencia de una golpiza producto del abuso policiaco. Lo dejan ir sin explicarle los motivos de la detención, no hay multa... ni siquiera el clásico "usted disculpe, lo confundimos con otro".
Las autoridades municipales ya emitieron un boletín de prensa señalando que esto será investigado.
Pero el estigma pesa sobre los agentes policiacos porque este no es el primer caso de agresión a compañeros periodistas de Celaya. En este episodio no sólo es la impunidad con que actuaron, sino el deseo de amedrentar, de burlarse del compañero y lastimarlo lo más que pudieron.
Se necesita ya una sanción ejemplar. Lo decimos como periodistas, porque nuestro gremio ha sido el más lastimado en México, no sólo a golpes sino hasta con asesinatos. Decenas de compañeros han pagado con su vida el informar con la verdad y en donde las instancias municipales, estatales y federales -especialmente estas últimas- siguen sin hacer algo que en verdad proteja a quienes todos los días actuamos en favor de la libertad de expresión.
Ojalá nuestros compañeros periodistas se sumen a la inconformidad. De lo contrario, estaremos hablando de un silencio cómplice y de que la verdad ya es presa del miedo. Sólo falta que por inconformarnos a través de este espacio, tengamos que soportar el ultraje policiaco en nuestras personas o en quienes nos rodean.
Esperamos que también la Procuraduría de Derechos Humanos del estado de Guanajuato -PDHEG- tome cartas en el asunto y esto no quede en el olvido.Nuestra pregunta, de pobres ilusos es: ¿Hasta cuándo se acabará esto?