Redacción
La Beata Mercedes de Jesús, Molina se suma a la falange de los santos y santas de Ecuador. Por lo que se refiere a mediados del siglo pasado, merecen recordarse Mariana de Jesús Paredes y Flores (1618-1645), natural de Quito, beatificada el 20 de noviembre de 1835 y canonizada el 9 de julio del Año Santo, 1950. Más cercano a nuestra época está Miguel Francisco Febres Cordero, Hermano de las Escuelas Cristianas (1854-1910), nacido en Cuenca, Ecuador, quien fue beatificado el 30 de octubre de 1977 y canonizado el 21 de octubre de 1984.
Sor Mercedes de Jesús Molina nació en Baba, departamento de Guayaquil, en 1828. A los dos años quedó huérfana de padre, y a los quince perdió a su madre. Recibió educación cristiana y pronto se distinguió en la virtud, sobre todo en la caridad para con los pobres. Bajo la sabia dirección de los sacerdotes Pedro Pablo Carbó, en primera instancia, y Vicente Pastor después, siguió un itinerario de ascesis y perfección de creciente elevación. La dirección del canónigo Amadeo Millán le dio a su vez un impulso especial, que prosiguió con la guía del jesuita Domingo Bovo García, quien le marcó con la impronta ignaciana, captó su grandeza espiritual y le permitió hacer votos de pobreza y obediencia, que ella practicó con sumo rigor.
Dejó pues la casa en que vivía con su hermana para residir en la de huérfanas de Guayaquil y ser la directora de dicho centro. Al cabo de tres años, siguió al P. Bovo García en la misión con los jíbaros de los Andes y comenzó la catequesis con niñas indias. Apenas pasado un año tuvo que abandonar la misión, pues a causa de las constantes guerras tribales y una epidemia de viruela, los jesuitas se vieron precisados a dejarla.
Se estableció en Cuenca con las dos jóvenes que habían ido con ella a la misión y se dedicó a atender niñas, reeducar adultas y acompañar a moribundos. En enero de 1873 siguió al P. Bovo García a Riobamba, donde dirigió un orfanato. Sin embargo la fecha más significativa de su vida es el 14 de abril de 1873, cuando hizo sus votos con tres compañeras más ante el obispo de Riobamba, monseñor Ordóñez. Comenzó así la fundación de la Congregación de Santa Mariana de Jesús Paredes (marianitas), primera congregación autóctona de Ecuador, dedicada a la educación de la mujer y a la recuperación de mujeres marginadas de la vida moral.
Con el favor del presidente de la República, Gabriel García Moreno, ferviente católico, la Congregación creció rápidamente hasta el asesinato del citado presidente. A causa de malentendidos de los directores espirituales, las religiosas fueron obligadas a dedicarse a fines ajenos a su misión.
Sor Mercedes renunció al cargo de superiora y se entregó con más intensidad a la formación de las religiosas, sin desdeñar ser a la vez y ejercer otras funciones como, por ejemplo, la de portera.
Una pulmonía acabó con su vida terrena el 12 de junio de 1883. Enseguida se expandió su fama de santidad y se inició el proceso informativo ordinario en Riobamba. En 1946 se introdujo la causa de beatificación; en 1949 se celebró en Riobamba el proceso apostólico sobre las virtudes. Juan Pablo II proclamó la heroicidad de sus virtudes el 27 de noviembre de 1981, teniendo en cuenta el hecho de la curación de la niña Zoila Elena Cáceres Larrea. En fin, el 9 de junio de 1984 Juan Pablo II aprobó el carácter milagroso de la citada curación y la “fama signorum”. Se abrió así mismo el camino a su beatificación, que tuvo lugar el viernes 1º. De febrero de 1985 en Guayaquil (Ecuador).
Beata Mercedes de Jesús Molina, vida consagrada a Dios en medio del mundo.
“Con el acto de beatificación que acabo de ratificar he querido poner simbólicamente en medio de toda la Iglesia a esta mujer del Ecuador, Mercedes de Jesús. En ella veneramos una cristiana ejemplar, una educadora y misionera, la primera fundadora de una congregación religiosa ecuatoriana que como inmenso rosal, según el sueño y la inspiración de la Madre, se extiende ya por diversas naciones perfumando con su apostolado la Iglesia en América Latina.
Vivió primero consagrada a Dios en medio del mundo, bajo la guía de sacerdotes insignes y siguiendo las huellas de la entonces beata Mariana de Jesús.
…Primero como madre y maestra de huérfanas en Guayaquil; más tarde, siguiendo las huellas de su confesor, como intrépida y amorosa misionera entre los indios jíbaros de Gualaquiza; de nuevo como educadora y protectora de la niñez abandonada en Cuenca. Todo era preparación providencial en la que se iba templando su carisma de fundadora que finalmente recibe la aprobación del obispo de Riobamba el lunes de Pascua de 1873, cuando nace oficialmente la Congregación de las Religiosas de Mariana de Jesús, las marianitas.
Esta fue en realidad la santidad de esta mujer de la costa ecuatoriana… según el lema escogido en los primeros apuntes biográficos: “Amor por tantos cuantos dolores en el mundo los hay…”
En ella resplandece claramente la verdadera opción preferencial por los pobres. Es la opción de Cristo y de la Iglesia a través de todos los tiempos. Es la predilección por los más humildes, opción preferencial ni exclusiva ni excluyente”.
Juan Pablo II, Homilía durante la Misa de beatificación de la Sierva de Dios Mercedes de Jesús Molina en Guayaquil, 1º de febrero de 1985.
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