E
l año termina con el segundo encuentro internacional de mujeres que luchan, en el cual más de 3 mil 500 de ellas, de 49 países, se reúnen con integrantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) para hablar sobre la violencia de género. Al mismo tiempo, la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México continúa tomada por estudiantes que exigen a las autoridades de la máxima casa de estudios acciones concretas para poner fin a todas las formas de violencia de género que ocurren en el interior de esa y otras unidades académicas. En la Universidad Autónoma Chapingo, la comunidad vive la conmoción del asesinato de su alumna Nazaret Bautista, quien desapareció el 19 de diciembre y fue encontrada sin vida el día 23. Tenía apenas 15 años.
Estos acontecimientos retratan lo que ha sido 2019 en términos de la lucha contra la violencia que padecen las mujeres. Por un lado, el aumento descontrolado en la modalidad más extrema de violencia de género, el feminicidio; del otro, el hartazgo ante la exasperante situación de agresiones e impunidad y la consiguiente oleada de protestas en demanda de que las autoridades de todos los niveles tomen cartas en el asunto, un disruptivo fenómeno de inconformidad en el que las alumnas del país han jugado un papel protagónico, transformando a la vez el panorama de los movimientos estudiantiles, en los que las mujeres siempre fueron centrales, pero a expensas de invisibilizar sus demandas específicas.
Un logro de esta lucha ha sido el reconocimiento del feminicidio como categoría delictiva particular, en la que la víctima es violentada en razón de su género. No se trata de mera cuestión terminológica, pues la aceptación de que las mujeres sufren formas específicas de violencia conlleva admitir también la necesidad de abordar estos crímenes –y los esfuerzos para prevenirlos y sancionarlos– con perspectiva especial.
La paulatina aceptación del feminicidio como algo distinto del homicidio doloso contra una mujer ha permitido dimensionar el alcance de las agresiones machistas, con lo que entre 2015 y 2019 el número de casos clasificados como tales pasó de 411 a más de 890. Esta cifra, escalofriante de por sí, palidece frente al incremento en el número total de mujeres asesinadas, que en entre 2016 y 2019 pasó de 2 mil 746 a más de 3 mil 100 (los datos abarcan hasta octubre pasado). Es decir, en el presente año 10 mujeres han muerto en actos violentos cada día en México.
En suma, el que termina fue el año en que las mujeres mexicanas alzaron la voz y tomaron las calles para confrontar a la sociedad con la realidad asfixiante que viven, así como el punto de inflexión en que se multiplicaron las formas de solidaridad y autorganización femenina para hacer frente a los ataques que padecen. Es imperativo que el año que está por comenzar sea el del lanzamiento de una estrategia integral de lucha contra todas las modalidades de violencia de género que ponga fin a una situación intolerable.
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