León, Gto.
Viernes 6 de diciembre del 2019
- A sus 17 años, un joven egresado de INAEBA se propone dejar las drogas y dedicarse a estudiar.
- Quiere llegar a ser soldado.
Viernes 6 de diciembre de 2019.- Jesús de Nazareth Ruiz Gutiérrez tiene 17 años y tras diez meses de estar encerrado en un anexo de la ciudad de León, Gto., está decidido a dejar atrás todo lo que lo orilló a caer en un lugar así, por quinta vez.
El apoyo incondicional de su hermano Arnold Mauricio, la atención del personal del anexo, su sueño de llegar a ser soldado y su certificado de secundaria que recientemente obtuvo tras haber recibido los servicios educativos del Instituto de Alfabetización y Educación Básica para Adultos (INAEBA) en su lugar de encierro, son valiosas alicientes que lo mantienen “limpio”.
Asegura que la carencia de un padre, el ser el menor de 11 hermanos y la falta de atención lo hicieron caer en vicios. “Me trajeron por drogadicto, por alcohólico, porque no me querían ver mal en la calle, porque ellos (sus familiares) me quisieron ver bien, y ellos pensaron que (puedo) seguir aquí adelante.
Comparte que cuando llegó al anexo, en cuanto a estudios sólo contaba con primaria y el primer año de secundaria, pues el segundo año ya no lo aprobó, entonces “aquí llegó un maestro y dijo, los que se quieran apuntar a secundaria y me apunté.
“Hace 5 meses yo entré al INAEBA, me enseñaron a hacer sumas, multiplicaciones, a seguir adelante, y pasé con 8.1.
“Esa vez que andaba haciendo el examen, andaba haciéndolo y dije pues esta es ya la última oportunidad y empecé a hacerlo y dije, como que sí voy a poder, como que sí voy a poder y le pedí a Dios, échame esa mano y luego dije pues, dicen sirviendo a Dios, me va a ayudar pues, porque también empecé a decirme Chuy sí puedes, Chuy sí puedes, y me eché ánimos y sí pasé, y como que ahorita me siento feliz”, expresa animado.
Recuerda que el día que le entregaron su certificado estuvo su hermano Arnold, a quien le tiene un aprecio especial, porque a pesar de todo, siempre lo ha apoyado. Incluso fue él quien lo llevó al anexo con la intención de que se recuperara. Ese día le dijo “mira Chuy ahora que salgas, quiero que sigas adelante y que sigas estudiando tu prepa y tu universidad, porque yo desde chico he querido ser soldado”.
Me sentí orgulloso de mí mismo y mi familia se sintió orgullosa de mí, me quieren ver salir adelante, porque estoy muy morro”.
Por su parte, Arnold afirma que ha visto un avance muy importante en su joven hermano. “Yo lo veo bien (ahorita) a pesar del tiempo que ya se aventó ahí (en el anexo), ya se mira diferente ya como con más ganas pues de salir adelante, hasta el mismo día que le dieron su reconocimiento (certificado) de ahí de secundaria, pues como que le entraron ganas de hacer algo por él. Uno tiene la fe en él de que sí lo haga, que cambie ese estilo de vida”.
Y mientras que Chuy se esfuerza diariamente para cumplir los 13 meses que por voluntad propia decidió quedarse encerrado en el anexo, su hermano Arnold recomienda a otras personas que están en una situación similar que, aunque es cansado y a veces desesperante, es muy importante apoyarlos, porque si no se pueden ir para otro lado. “Hay que darles ese apoyo y aconsejarlos y escucharlos más que nada también, que tengan la confianza de comunicarse con uno y que platiquen de lo que sea”.
Finalmente, los cambios que Arnold ha visto en su hermano Chuy, le permiten afirmar que la educación transforma la vida de las personas, “yo digo que sí, porque pues ya ahí los vuelven a orientar, en una parte ya vuelven a tomar valores, aprenden a ver una cosa que está bien y otra que está mal”.
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