Viernes 8 de noviembre de 2019.- “Cuando me dijeron que iba a trabajar con personas adultas yo me imaginé, pues sí personas adultas, pero sin discapacidad”, expresa emocionada y sonrienteAlejandra Trinidad Viveros Covarrubias, quien desde mayo es asesora académica del Instituto de
Alfabetización y Educación Básica para Adultos (INAEBA).
Ella tiene ceguera total, su alumna Araceli de 21 años, discapacidad motriz y desde mayo, ambas trabajan en equipo para que la segunda logre concluir su primaria. Tras haber concluido su maestría en educación especial y mientras navegaba en internet, encontró información del programa federal Jóvenes Construyendo el Futuro, donde se ofrecía una beca económica por sumarse a los servicios educativos que ofrece INAEBA, “me interesó y uno de mis tíos me ayudó a postularme para trabajar aquí.
“Entonces llego a este Centro Comunitario y me dan la oportunidad de trabajar con una persona con discapacidad motriz, lo cual para mí ha sido un reto muy grande (…) estaba al principio sorprendida, me di cuenta de que ella no podía escribir, sólo podía leer, entonces era ganancia el que supiera leer, dije ¡guau!, está más fácil. Adapté material y le empecé a enseñar los números”.
Amigos y hasta integrantes de su familia le decían que, debido a las circunstancias físicas de ambas, iba a ser casi imposible cumplir con la encomienda. “Algunos compañeros sí me decían, que cómo iba a poder (…) mi mamá me decía que (Araceli) iba a copiar, que iba a hacer trampa porque yo no la veía, entonces esto depende muchísimo de la confianza, tengo que confiar plenamente en ella”, comparte.
La falta de movilidad en sus manos es la razón por la que a Araceli se le dificulta escribir, entonces mientras le brinda conocimientos a través de la descripción y la lectura de cromos, Alejandra le pone ejercicios de movilidad, por lo que poco a poco, ha comenzado a agarrar mejor las cosas. Desde su punto de vista “la educación ha transformado su vida (de Araceli), ha aprendido a ser más sociable, ha aprendido a trabajar, a decir lo que le gusta, lo que no le gusta, trabaja mejor y pues comprende mucho mejor todo lo que conoce, todo lo que se le enseña en clase”.
Con dificultad para decirlo, pero con una enorme certeza para sentirlo, Araceli tiene claro su futuro. “Yo quiero ser veterinaria, les tengo que demostrar que sí puedo, y pues para cumplir mis
sueños”. Y Alejandra continúa, “me siento muy bien trabajando con ella, me encantan los retos, me encanta que las personas me digan no vas a poder hacer esto, no vas a poder hacer aquello, porque así yo
puedo demostrarles lo contrario”.
El desarrollo académico y el cúmulo de experiencias que ha logrado Alejandra a través de su vida, le ha traído grandes satisfacciones. “Me siento muy bien, siento que soy una mujer independiente, que puedo valerme por mí misma, puedo andar sola por la ciudad, y eso a mí me motiva muchísimo”.
A futuro pretende instalar un consultorio propio, en el que pueda dar terapia a personas con discapacidad y a sus familias, además de seguir dando clases a adultos en rezago educativo.
“La educación para mí ha sido transformadora” Aunque por un lado la familia ha sido su principal apoyo, en ocasiones también fue un obstáculo debido a que, por evitar que algo malo le sucediera, también estaban impidiendo su desarrollo. “La familia es a veces el mayor obstáculo para impedir que nosotros como personas con discapacidad podamos salir adelante, entonces esa barrera para mí fue la principal.
Después los compañeros de la escuela, también me decían tú no vas a poder terminar tu carrera, hubo discriminación ahí, de repente pedía ayuda y a veces no se me proporcionaba. He tenido que adaptarme a los diferentes maestros, a los diferentes entornos y no es nada fácil”, comparte Alejandra. A pesar de todo, continuó con sus estudios, y tras una carrera y una maestría concluidas, afirma que “la educación para mí ha sido transformadora, he podido ser una mejor persona y he podido ser más independiente.
“Quiero decirles a todas esas personas que tienen discapacidad y que tienen depresión, que sienten que no van a poder, que sí se puede. Que va a haber dificultades, claro… que va a haber retos a lo largo de la vida, claro que los va a haber, pero la mayor satisfacción es cuando uno los cumple, cuando uno supera esos retos, supera todos esos obstáculos (…) para mí la discapacidad no existe, y tampoco el no puedo”.
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