Redacción
Santa Irene de Tancor es hoy en día la patrona de Tomar, Portugal. Su historia está plagada de fe religiosa, sacrificio y entrega a Cristo.
Su historia cuenta cómo nació en el año 635, en Tomar, Estremadura, Portugal. Nació hija de una familia muy influyente de la época, por lo que, cuando sus padres tomaron la decisión de protegerla, la mandaron a que recibiera educación en un monasterio que era de monjas benedictinas, y que además era gobernado su tío, el abad Selio.
Su mejor cualidad residía en su fuerza interior, la intimidad con Dios la fortalecía. Fue una mujer entregada a la oración, vivía una vida muy mística y sólo de le veía fuera de casa cuando iba a la Eucaristía.
No es del todo claro el momento en el que quiso adoptar el hábito, pero creció hasta la adolescencia para ser una monja virgen y totalmente entregada a Cristo.
Una vez que alcanzó la madurez, se empezó a notar su singular belleza y tenaz inteligencia, cuyos atributos le ganaron el amor de las mujeres religiosas del monasterio como el de la gente del pueblo en donde vivía; especialmente se ganó la atención de los jóvenes y nobles de Tomar, quienes se peleaban por las virtudes que poseía esta santa mujer.Entre los muchos hombres que pretendían a la joven Irene, se encontraba Britaldo. Este era un adolescente que cosechó una pasión nociva por Irene, ya que por más que este le confesaba sus pretensiones, Santa Irene de Tancor le dejaba muy en claro que su amor estaba con Cristo.
Estas pretensiones de Britaldo, llegaron a don Remigio, un director espiritual que no veía con buenos ojos la belleza de Santa Irene de Tancor, por lo que manipuló un té para hacerle tener los síntomas de un embarazo. Fue por esto que el convento la retiró para que orara al río, en donde fue asesinada por uno de los siervos de Britaldo, y lanzada a éste.
Luego de que un tío de Irene, encontrara el cadáver flotando en las aguas del río Tajo, este fue procesado y puesto en un monasterio, donde permaneció completamente incorrupto. Y a pesar de haber muerto en 653, desde entonces es un símbolo de amor y entrega a Cristo.
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