Integrantes de la Alianza Mexicana de Organización de Transportistas (Amotac) se manifestaron ayer a bordo de sus vehículos (unidades de volteo y tráileres, entre otros) para exigir a las autoridades locales y federales atender los problemas que afectan al sector; por ejemplo, extorsión y otras formas de abuso infligidas por policías de todos los niveles, inseguridad en las carreteras, altos costos de combustibles y casetas, vehículos de doble remolque, así como dificultades para obtener licencias de manejo.
Desde la mañana, unidades procedentes de estado de México, Puebla, Veracruz, Chiapas e Hidalgo se movilizaron de manera ordenada hacia la Ciudad de México, donde por la tarde representantes de los transportistas se reunieron con funcionarios de la Secretaría de Gobernación.
Más allá de las reivindicaciones gremiales de los transportistas, éstos presentaron una demanda en la que es necesario ahondar debido a que es de interés general: la que refiere a la circulación de camiones de doble o triple remolque, cuya prohibición exigen los choferes de autotransporte de carga, debido a los altos riesgos a los que quedan expuestos al conducirlos.
En efecto, los denominados fulles suponen un grave peligro, no sólo para sus conductores, sino para todos los usuarios de carreteras, autopistas e incluso vías urbanas. Pese a representar apenas 0.1 por ciento del parque vehicular a nivel nacional, en 2017 fueron causantes de 14.1 por ciento de las víctimas de accidentes carreteros.
Los riesgos que supone la circulación de vehículos biarticulados se ven potenciados por la laxitud de las regulaciones mexicanas en la materia: mientras Alemania, Bélgica, España, Finlandia, Italia y Suiza imponen un límite de 43 toneladas con extensión máxima de 20 metros, y Canadá establece el tope en 50 toneladas de carga en vehículos de no más de 25 metros de longitud, las alrededor de 48 mil unidades de doble remolque que circulan en México se vuelven literalmente inmanejables al rebasar 70 toneladas de carga y acumular 32.5 metros de largo.
Las empresas que operan flotas de autotransporte de carga o que las contratan para distribuir todo tipo de bienes presionan por la permanencia del doble remolque por una razón evidente: esta configuración les representa un significativo recorte de costos operativos al permitirles trasladar más del doble de toneladas de mercancías en cada recorrido.
Para las autoridades y para la misma industria debe estar igualmente claro que ninguna optimización económica puede ponerse por encima de las vidas humanas que año con año se cobra esa configuración vehicular, por lo que resulta de sentido común la necesidad de prohibirla o cuando menos, de establecer para ella límites mucho más estrictos de tamaño y peso.
Las empresas que operan flotas de autotransporte de carga o que las contratan para distribuir todo tipo de bienes presionan por la permanencia del doble remolque por una razón evidente: esta configuración les representa un significativo recorte de costos operativos al permitirles trasladar más del doble de toneladas de mercancías en cada recorrido.
Para las autoridades y para la misma industria debe estar igualmente claro que ninguna optimización económica puede ponerse por encima de las vidas humanas que año con año se cobra esa configuración vehicular, por lo que resulta de sentido común la necesidad de prohibirla o cuando menos, de establecer para ella límites mucho más estrictos de tamaño y peso.
Publicar un comentario